No me dejes perdida sin timón ni marea,
porque yo ni dormida de tu amor me desprendo,
tus labios son la brisa que mi bandera ondea
por eso sin tu aliento ni me hallo, ni me entiendo
Sobre el corazón la mano
me he puesto porque no suene
su latido y de la noche
turbe la calma solemne.
De tu balcón las persianas
cerré ya porque no entre
el resplandor enojoso
de la aurora y te despierte.
¡Duerme!
Desde esta noche nada, nada, nada persigo
porque he perdido todo. También esta ilusión
de hacer posible un sueño, una resurrección
porque muriendo yo, tú morirás conmigo.
Y ¡Dios!, si Tú eres justo, no dudes condenarme
porque la culpa es mía; ella no quiso amarme